Placer



No es difícil demostrar la calidad artística de esta película, solo hay que tener en cuenta su valor estético, la interpretación de sus actores, el importante papel de la música o la admirable forma en que se ha conseguido narrar la vida de la joven reina francesa.

Es un guión de película de época con paradójicos tintes actuales. Lo que pretende la película es mostrarnos a una adolescente sobre la que recae el peso de la corona, pero que no por ello deja de ser adolescente, como vemos en su comportamiento, en cómo reacciona con las labores políticas, en sus preocupaciones... Una adolescente que podría ser perfectamente actual, con los mismos caprichos o inquietudes.

Pero lo que el guión intenta expresar, no tendría valor si Kristen Dunst no bordase el papel. Candidata perfecta para el trabajo, tiene el perfil de austriaca barroca y es fácil de caracterizar: tanto de niña de 14 años, como de madre adulta. Vemos como evoluciona su personalidad, como aprende de sus experiencias, como sufre, madura y crece. Otro papel a destacar en la película es el de Jason Schwartzman, que al igual que ella, es capaz de mostrar su evolución en el tiempo.

Al margen de esto, lo que hace absolutamente maravillosa esta obra, es su puesta en escena, al anacrónico ritmo de su música (post punk ochentero mezclado con música clásica). Esta BSO, que desde los títulos de crédito nos desconcierta, consigue dar las pinceladas precisas para convertir la peli en producto original, creativo y bien hecho. Hay secuencias en las que música y puesta en escena se funden en momentos estéticos con gran valor narrativo, como en el baile de máscaras, o cuando se muestra apresuradamente como la reina cumple sus caprichos al tempo de "I want Candy". Pero los decorados (la película se filmó en el propio Versalles), vestuario, ambientación, peinados, telas, comida, muebles… todo, absolutamente todo lo que se ve en pantalla, es un placer para los sentidos. Desde los colores, hasta los pasteles que comen. El premiado diseño de producción de esta película, es de lo mejor que se ha llegado a hacer en cine de tanto de época como actual y es quien de verdad, consigue trasladarnos a palacio.

La fotografía es otro de los fantásticos ingredientes de la fórmula que Coppola encontró para crear esta maravilla audiovisual. Lance Acord, logra una foto espectacular, en exterior e interior, con tonos lavados, luces cálidas, composiciones profundas, limpias, iluminaciones sencillas pero apropiadas… extraordinaria, que junto con la ambientación, logra esa armonía visual característica.

En definitiva, Coppola alcanza en esta película una calidad artística muy difícil de igualar. Sin un montaje espectacular, si no todo lo contrario, sencillo, incluso a veces con planos con cámara al hombro, consigue una película en la que todos los aspectos técnicos, narrativos, interpretativos, musicales etc., resultan atractivos, encantadores, sublimes y que además en conjunto, funcionan ¡y de qué forma!