Pero vamos a estar juntos.


Tu y yo trataremos de estar juntos, estaremos juntos, sabes que siempre vamos a intentar estar juntos siempre, siempre, siempre lo vamos a intentar, vamos a tratar de estar siempre juntos, lo vamos a intentar, lo vamos a intentar siempre, siempre, estaremos siempre juntos siempre siempre, miranos! siempre lo vamos a intentar.
Un día desaparecí hasta lo que nuestras vidas duraron. Te conocí a tí. Tu pintabas en mí y yo nadaba en tí. Pero me desperté.
Y tú y yo seguimos estando juntos, estando siempre siempre juntos, intentando estar siempre juntos, siempre siempre, porque me desperté y nosotros seguimos juntos, intentado estar juntos siempre.

Las promesas de la música.

Detrás de un muro blanco la variedad del arcoiris. La muñeca en su jaula está haciendo el otoño. Es el despertar de las ofrendas. Un jardín recién creado, un llanto detrás de la música. Y que suene siempre, así nadie asisitirá al movimiento del nacimiento, a la mímica de las ofrendas, al discurso de aquella que soy anudada a esta silenciosa que también soy. Y que de mí no quede más que la alegría de quien pidió entrar y le fue concedido. Es la música, es la muerte, lo que yo quise decir en noches variadas como los colores del bosque.

A.P.

El(los)

Con él me siento asi: pequeñita. Lo veo tan arriba… ahí, con su barbita... sus cienmil anécdotas interesantes, sus viajes, su retórica... Cuando estamos juntos... fumo y me bebo el café despacio, mientras asiento con la cabeza, frunzo el ceño y de vez en cuando suelto algún comentario ingenioso. No hablo por hablar, ya sabes, manteniendo siempre la compostura de mujer madura. Pienso. Incuso pienso antes de besarle. Sabe... tanto de todo.. Le conozco bien, desde hace mucho tiempo y sé que le encantan las mujeres. Pero aún así está bien, disfruto estando con él.

Sin embargo con... él, me siento muy diferente que con éste... hablo, y hablo, y hablo… ¡y él no deja de aplaudirme! Soy yo la que está ahí arriba y él el que adora mis estupideces y mis batallitas. Ahí me… me sale ser cariñosa sin pensar cada movimiento. Lo hago y punto. Y él es tan cariñoso conmigo... es… el típico chico retirasillas que te ríe los chistes y te dice lo bonita que es tu sonrisa. Detallista, amable... ¡todo un dandy! Me hace sentir tan bien... Lo que pasa es que… tengo que evitar quedar demasiado con él porque sé que acabaré aburriéndome de que me repita lo guapa y estupenda que soy.

Después está... otro. Que es muy suyo. Muy… especial. Hablamos de nuestros problemas, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestra… confusión. Tenemos mucha confianza. Me desnuda, joder. Me… me pone... trascendental, me da esa dosis de filosofía que todos necesitamos! Me… me vuelve sensible y vulnerable. Con él todo es muy bonito, romántico, difícil... pero… no sé, es que no nos imagino siendo felices asecas, sonriendo y punto. Parece que necesitamos sentirnos mal para tener conversación.

Y…luego... EL. ¡El! Que tiene un atractivo increíble. Con el soy toda una... Mujer. Ya sabes…. atractiva, superfemenina, supersegura de mi misma y… uf... ¡qué sentido del humor que tiene! Es tan divertido... es que tiene ese toque de niño travieso, que te toma el pelo y le mola que tu le vaciles también. Nos lo pasamos muy bien juntos... aunque a veces me saca de quicio tanto cachondeo.

También... hay un chico... en la facultad, que... es un chico singular... Cada vez que hablo con el, me tiemblan las manos, las rodillas, la risa... Es un chico diferente, no lo conozco mucho pero, estoy segura de que... no se... de que podría funcionar. Siempre cruzamos miradas, tenemos una complicidad especial, nos comunicamos sin necesidad de palabras... se nos nota que.... jugamos.

Joder... Dicho así parezco una falsa, bipolar o yo que sé. Pero de verdad que no, que no actúo, sólo soy como me sale ser con cada uno… cada uno despierta en mí... cosas diferentes. Les quiero a todos, pero… a mi manera. Cada uno... saca de mí mi mejor yo.









¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
«¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: «No te vayas».

Haiku!

De copiloto.
La luz del Sol cruzando
ramas y párpados.




Racha de viento.
Ya son otras las hojas

que pisaré.




Entonces empecé a pensar. No era capaz de asumirlo. Hablé tanto con ella... se lo conté todo. Todo, todo lo que sentía, lo que pensaba... cada día le decía lo que me había dicho él y cómo lo había interpretado yo. Sabía lo más oculto y retorcido, lo sabía todo porque yo se lo decía. Incluso jugábamos juntas a descifrar lo que él me quería decir con sus doblesentidos, nos inventábamos toda la historia que podía haber detrás.
Estaba claro que de todo eso que inventábamos solo la mitad sería real, o no... yo no, yo me lo creía, me ilusionaba, me lo quería creer y vivir solo con esa ilusión de que era real, de que existía algo más entre nosotros, algo más que esas tonterías. Le conté todo sí. Y ella me animaba, me ayudaba, inventaba conmigo... ejercía a veces de psiquiatra y a veces de jarra de agua fría... sabía lo complicado que era todo pero siempre fue mi apoyo, mi diario, mi... ella... ella... que sabía que yo siempre lo exageraba todo para hacerlo mas romántico, para hacerlo más poético, más literario, no le mentía, solo lo adornaba, lo barroquizaba...
Ella era más que un diario, más que un oasis, más que una página en blanco... Ella... la misma que al igual que yo vertía en ella, ella vertía en él. Cada palabra que dije, cada sentimiento que me hizo palpitar... Y se marcharon juntos, llevándoselo todo. Me robó mi historia.

Las causas

Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.